Cuando una mayoría parlamentaria o social decreta la legitimidad de la eliminación de la vida humana aún no nacida, inclusive con ciertas condiciones, ¿acaso no adopta una decisión tiránica respecto al ser humano más débil e indefenso? En una situación así, la democracia se convierte fácilmente en una palabra vacía. Es pues incoherente ser, a la vez, demócrata y abortista.
Precisa el Papa que desde el momento de la fecundación, que es el de la concepción, existe una nueva persona humana: desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo (n. 60). Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. ( ) la genética moderna ( ) Muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: una persona, un individuo con sus características ya bien determinadas. Con la fecundación inicia la aventura de una vida humana, ( ) El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción (n. 60).
Abortar es un homicidio injustificable: el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento. (n. 58). El aborto procurado es un homicidio (n. 58). Quién se elimina es a un inocente (n. 58). ( ) jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente (n, 58).
Tanto la razón como la fe condenan el aborto. Lo condena la razón: El aborto es un acto que es intrínsecamente ilícito, por ser contrario a la Ley de Dios, escrita en el corazón de cada hombre, reconocible por la misma razón ( (n. 62). La condena del aborto es un contenido definitivo de la fe católica: con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con todos los Obispos que en varias ocasiones han condenado el aborto y que en la consulta citada anteriormente, aunque dispersos por el mundo, han concordado unánimemente sobre esta doctrina-, declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente (n. 62).
2. El entorno totalitario del aborto
Legalizar el aborto no es un acto democrático, sino totalitario. El Estado, cuando legisla así, no es democrático, sino tirano: el derecho originario e inalienable a la vida se pone en discusión o se niega sobre la base de un voto parlamentario o de la voluntad de una parte aunque sea mayoritaria- de la población. ( ). De este modo, la democracia, a pesar de sus reglas, va por un camino de totalitarismo fundamental. El Estado ( ) se transforma en Estado tirano, que presume poder disponer de la vida de los más débiles e indefensos, desde el niño aún no nacido hasta el anciano ( ) (n. 20). Cuando una mayoría parlamentaria o social decreta la legitimidad de la eliminación de la vida humana aún no nacida, inclusive con ciertas condiciones, ¿acaso no adopta una decisión tiránica respecto al ser humano más débil e indefenso? ( ) En una situación así, la democracia se convierte fácilmente en una palabra vacía (n. 70). Es pues incoherente ser, a la vez, demócrata y abortista.
3. La cuestión del aborto en la política defensora de los más pobres
El concebido aún no nacido es el ser humano más pobre, más débil: entre los más débiles e indefensos el niño aún no nacido (n. 20). la vida humana aún no nacida, ( ) (es la del) ser humano más débil e indefenso (n. 70). Dado que el abortado es el pobre y el débil, se sigue que quién está a favor del aborto, no está a favor de la causa de los más pobres, de los que menos tienen. Abortar no es sino un abuso de unos ricos contra unos pobres, de unos poderosos contra unos débiles: la eliminación de la vida naciente o terminal acaba por ser la libertad de losmás fuertes contra los débiles destinados a sucumbir. Abortar es sustituir la fuerza de la razón por las razones de la fuerza (cf. n. 19).
4. El aborto desde la perspectiva de los derechos humanos
Quién es partidario del aborto no está a favor del ser humano, no se halla del lado de la humanidad, no está a favor del pueblo. Pues, siendo el derecho a la vida el más fundamental de los derechos humanos, resulta contradictorio estar a favor, simultáneamente, del aborto y de los derechos humanos: una sorprendente contradicción: justo en una época en la que se proclaman solemnemente los derechos inviolables de la persona ( ), el derecho mismo a la vida queda prácticamente negado y conculcado, en particular en los momentos más emblemáticos de la existencia, como son el nacimiento y la muerte (n. 18).
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