viernes, 22 de septiembre de 2017

"LAS CALAMIDADES DE JOB"...LAS SIETE PRUEBAS DE JOB...




Eclesiastés12: 1 y 7 dice: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”


Entonces dijo Job 1:21: –Desnudo vine a este mundo, y desnudo saldré de él. El Señor me lo dio todo, y el Señor me lo quitó; ¡bendito sea el nombre del Señor!


Las Siete Pruebas de Job

En la vida de Job, vemos siete pruebas en las cuales siete veces se manifiesta de manera brillante lo firmemente que se aferra al Señor.

1. La inmensa pérdida de Job en cuanto a cosas terrenales
El capítulo 1:13-17 describe con frases muy breves como Job quedó arruinado en el término de un día. A causa de robo, catástrofes naturales y consecuencias de guerras, el rico Job se volvió pobre. ¡El período de gran prosperidad había pasado! Mientras el tercer mensajero comunicó la terrible noticia a Job (1:17), llegó el último golpe con el informe del cuarto mensajero, que le anunció la repentina muerte de sus diez hijos a consecuencia de una catástrofe de la naturaleza (vv. 18, 19). Entiéndelo bien Job no perdió a un hijo, y tampoco a dos, sino a los diez todos juntos: siete hijos y tres hijas. Toda la feliz familia quedó repentinamente destruida. ¡Una prueba de dimensión inimaginable!

¿Cómo reaccionó Job a esta prueba? ¿Qué dijo, cuando los ataúdes fueron bajados a la tumba recién excavada? Se postró en tierra, adoró y dijo: "Jehová dió, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito" (vv. 20, 21). El infierno con Satanás al frente vió con asombro y temor, cómo este siervo del Señor quedó inquebrantablemente aferrado a su Señor cuando se desmoronó toda su existencia terrenal. ¡Esto es victoria en la prueba!

2. La Prueba Física de Job
Esta segunda prueba es aún un grado más difícil que la primera. Por más difícil que fuera, lo que había pasado hasta ahora estaba fuera de Job mismo. Pero luego fue afectado personalmente por una abominable y repugnante enfermedad. Satanás no se dio por satisfecho, y con el consentimiento del Señor, los poderes de enfermedad atacaron la vida de Job (cap. 2:1-8). Esta enfermedad debe haber sido muy repugnante, pues el muy considerado y glorioso Job (cap. 1:3), al fin quedó sentado miserablemente en un montón de basura.
Job 2: 7, 8 ¡Cómo habrá clamado Job a su Dios para que le de alivio y sanidad! Pero la respuesta desde lo Alto no llegó; solamente se escuchaba la risa burlan del infierno. Muchos pueden testificarlo: Nada estorba tanto la vida interior, como los tormentos físicos.
¿Cómo reaccionó Job a esta segunda prueba?
Quedó aferrado a su Señor, a pesar de que el Señor primero no respondió a su oración y aparentemente no le hizo llegar ninguna ayuda. Dijo: "Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?" (2:10). La nave de vida de Job estaba anclada en su Dios. Ninguna tormenta podía alejarlo de El.

3. El Matrimonio de Job se va Desmoronando
Esta tercera prueba fue aún más difícil, el tornillo se fue apretando aún más fuertemente. Job tenía un matrimonio feliz; de no ser así, no hubiera tenido esta buena reputación. Sin duda alguna, la fidelidad de Job al Señor y su irreprochable manera de vivir también se debían a la buena influencia de su esposa.
La esposa tiene una inmensa influencia en el matrimonio, ya sea para bendición o para maldición.
Acab jamás habría tenido un fin tan horrible, si no hubiera sido influenciado por su esposa Jezabel.
Sansón jamás habría caído de tal manera bajo el poder del enemigo, si no hubiera sido sucumbido por la influencia de Dalila.
Salomón jamás habría sido abandonado por el Señor, si no hubiera escuchado a mujeres extranjeras..
Pero encontramos en la Biblia también a mujeres que ejercieron una influencia bendecida, por ejemplo
Abigail, que hizo desistir a David de la idea de matar a su marido Nabal (1º Samuel 25:18-35).
¿Y la esposa de Job? Hasta ese momento había ido completamente por el camino de su esposo. Pero de repente todo se derrumbó encima de ella. Había vertido sus lágrimas delante de las tumbas de sus diez hijos hasta quedar secos sus ojos. Materialmente, su esposo estaba completamente arruinado, y ella con él. Pero lo que era todavía más grave: vio a su esposo sentado en la ceniza y hecho un desastre. Entonces sucumbió al resentimiento y a la rebelión, y se puso contra su esposo Job diciéndole: "¿Aún retienes tu integridad? Maldice a tu Dios, y muérete" (2:9). En otras palabras: "De qué te sirve ahora toda tu fe? ¡Ahora que viene la tribulación, Dios no te ayuda!" En silenciosa desesperación, levantó el puño contra el cielo y se apartó de Dios.

¿Cómo reaccionó Job a esta tercera prueba?
Le hirió como un rayo, pues amaba a su esposa. Pero su reacción fue divina. Desde su montón de ceniza, con toda claridad y severidad le dijo en plena cara a su mujer:"Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado". Con esto, le volvió la espalda y se aferró aún más resueltamente al Señor. Al actuar así, practicó ya de antemano al mandamiento del Señor Jesús, que El expresó en Lucas 14:26: "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aún también su propia vida, no pude ser mi discípulo."

Como anticipo: ¿Fue destruído el matrimonio de Job por su dura actitud? No, al contrario, fue salvado. El que en la prueba escucha más a carne y sangre que al Señor, aunque concierne al propio esposo o esposa, al fin y al cabo destruye justamente por eso la convivencia. La autenticidad de la entrega de Job al Señor fue probada de esta manera en todas las áreas de la vida: material, familiar, física y en la felicidad matrimonial. Cuando estos cuatro factores vitales se derrumbaron en la vida de Job, algo se destacó de manera radiante:
¡Job siguió aferrado a su Señor! El Señor era el Primero en su vida. ¡El oscuro propósito que Satanás tenía para Job, al fin y al cabo llevó a la glorificación del Señor, pues Job siguió aferrado a su Dios!

4. Job, el hombre que perdió su buena reputación
Esta cuarta prueba fue, en su naturaleza, aún más difícil que las precedentes. Digo: en su naturaleza, porque la honra delante de los hombres es algo sustancial en la vida, algo oculto y tenazmente mantenido -incluso en la vida de Job, que dijo abiertamente: "Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado, y los ojos que me veían me daban testimonio" (29:11).
Pero después que todo se había derrumbado encima de él, la opinión general de la gente se volvió contra él. Comenzó la conocida "campaña de los cuchicheos", y la gente se decía: "Algo no anda bien en la vida de este hombre." El capítulo 19: 13-16 habla de esto. Podemos reconocer toda la amarga aflicción de Job por estas pocas palabras representativas: "...despojado...como extraños se apartaron de mí...se olvidaron de mi...me tuvieron por extraño...forastero fui yo...mi aliento vino a ser extraño a mi mujer..." Es como si Job echara a llorar fuertemente, cuando dice: "Me ha despojado de mi gloria, y quitado la corona de mi cabeza" (19:9). job experimentó, con todas las consecuencias, lo despiadada que es la lengua de los hombres. Pero también en esto, su reacción fue de calidad maravillosa. Mientras que todo apoyo y toda seguridad se desmoronaron alrededor de él, él clamó, si, gritó: "¡Yo sé!" ¿Qué sabes, Job? ¡No tienes ya ninguna certeza, pues todo te fue quitado! -No, sigamos escuchando. El dice: "Yo sé que mi Redentor vive" (19 25). Con esto aconteció algo maravilloso en esta cuarta prueba: La figura del Redentor, del Cordero, se destacó cada vez con más claridad.
Cuanto más Dios guía a un hombre al punto cero, tanto más éste se acerca a Jesús. ¡El punto cero se llama Gólgota, la cruz! En este punto cero estuvo el Hijo de Dios. Atravesó los escalones de las pruebas de Job en una dimensión aún mucho más grande. Cuando estuvo clavado en la cruz su desprendimiento fue completo. Pues e escuchamos decir por boca de David: "Todos los que ven me escarnecen" (Sal. 22:7). Mira como Job llegó al mismo nivel, sí, cómo prorrumpe de su corazón la palabra : ¡Redentor! "Yo sé que mi Redentor vive". ¿Llegas ahora a ver con claridad por qué y para qué existen estas pruebas tan difíciles en tu vida? Dije al principio que están aquí para honrar al Señor. Ahora puedo decir: Para que el Señor sea honrado en ti por la cada vez más clara revelación del Cordero en ti. "Yo sé que mi Redentor vive". Cuando las seguridades terrenales desaparecen, irrumpe la poderosa seguridad de la fe: "Yo sé que mi Redentor vive". Aquí tampoco debemos pasar por alto que en el momento en que la muerte amenazaba interior y exteriormente desde todos los ángulos a Job, la vida del Redentor se manifestó cada vez más poderosamente a través de él: "Yo sé que mi Redentor vive". Aquí se cristaliza finalmente algo maravilloso. Job ya no poseía nada. Ya no tenía nada en la tierra de lo cual pudiera decir: "es mío". Aún más triunfalmente exclamó en ese momento: "Yo sé que mi Redentor vive". Cuando ya no quedó nada en la vida de Job, permanecieron aún el Señor y él mismo. ¡Qué intima llegó a ser su comunión con su Señor a través de esta prueba! "Yo soy Suyo, y El es mío!" (Cnt. 6:3) ¡Job se aferró ahora mucho más a su Señor!

5. Los mejores amigos de Job y sus hermanos en el Señor se apartaron interiormente de él.


Esta quinta prueba debe haber sido aún más difícil, pues los lazos espirituales son más fuertes que los lazos consanguíneos. Job tenía amigo verdaderamente espirituales, que le demostraron su amistad llorando amargamente junto con él y sentándose con él en la tierra por siete días y siete noches: "...porque veían que su dolor era muy grande" (cap. 2: 12-13). Esta fue amistad de alta calidad.




Pero luego aconteció algo horrible: Cuando los amigos comenzaron a hablar con Job, si bien hablaron muy piadosamente, no llegaron a acertar su problema. Carecían de todo entendimiento acerca de las profundidades a las cuales el Señor había llevado a Su siervo. Casi lo mataron con sus citas y enseñanzas piadosas, de manera que finalmente Job les imploró: "Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mi" (cap. 19: 21) ¡Qué indeciblemente grande debe haber sido la soledad de Job! Los mejores, los más íntimos amigos le abandonaron. Pero también aquí se destaca la imagen de Jesús, quien fue abandonado por Sus mejores discípulos en la hora de la mayor prueba. El que es guiado paso a paso por Dios hasta el punto cero, al final muchas veces experimenta que incluso sus mejores hermanos cesan de comprenderlo. También Pablo testificó esto: "Todos me desampararon" (2 Ti. 4: 16)




¡Qué cerca del Señor Jesú estuvo también Job, como figura profética, en esta reacción! Cuando Jesús estaba clavado en la cruz, oró: "Padre, perdónalos..." La reacción de Job contra sus hermanos incomprensivos y por lo tanto duros de corazón, fue la misma: "...él hubo orado por sus amigos" (cap. 42: 10), y él sacrificó por ellos. Con esto, no solamente vel al Cordero de Dios en él, sino también el sentir del Cordero, o sea, el sentir sacerdotal.




6. La prueba espiritual de Job




Esta sexta prueba que entró en la vida de Job, fue de carácter totalmente distinto. Fue la prueba de la Palabra de Dios. ¿Fracasaría Job, al ser confrontado en su situación con la Palabra castigadora de Dios? ¿No cerraría quizás su corazón? Considera bien: Al triunfante fin de una prueba, siempre le precede el profundo castigo y juicio de la Palabra de Dios. Cuando un hijo de Dios que está en una prueba, busca demasiado pronto las palabras consoladoras de Dios, esto demuestra que su sentir es poco espiritual. Toda prueba exterior, no importa cuán difícil es, purifica la vida de nuestra alma, pero la Palabra del Señor nos juzga y renueva aún más profundamente (leer He. 4: 12; 1 Pe. 1: 23; Sal. 107: 20; Mt. 8: 8). Es la Palabra de Dios vino a Job por medio de una cuarta persona, que no se contaba entre los tres amigos. Se llamaba Eliú (cap. 32: 2). Eliú significa en español "Dios mismo". Eliú dijo: "Espérame un poco, y te mostraré que todavía hay más que decir en favor de Dios" (cap. 36: 2) Y luego, la Palabra de Dios hirió a Job como fuerte golpe: "Tú también eres inocente delante de Dios" (comp. cap. 34: 11-12)




Job se había defendido contra los discursos de los tres amigos, contestándoles apasionadamente. ¿Cómo reaccionó luego a las declaraciones de Eliú? ¿Cómo reaccionó Job a la Palabra del Señor? Inclinó la cabeza. Quedó silencioso. Le dio la razón a Dios en Su Palabra. Si Job se hubiera rebelado contra la Palabra del Señor, si hubiera cerrado su corazón, no habría podido experimentar la coronación de la prueba. Pero Job se humilló bajo la Palabra.




7. La coronación de la prueba - La revelación del Señor a Job.



Estamos aquí ante una inmensa contradicción, que con todo no es ninguna contradicción, pues por lado, esta última prueba fue la más difícil para Job, pero por otro lado la más gloriosa. A partir del capítulo 38, el Señor mismo se revela a Job, pero de manera rechazadora. Se manifestó al Job juzgado en el juicio -por la Palabra, por la tempestad y en Persona-, y ahí se destaca una vez más de manera radiante la imagen del Salvador moribundo. Está clavado en la cruz del Gólgota, completamente despojado de todo y de todos; entonces el cielo se oscurece y Dios Se revela en El. Inmediatamente antes de la coronación de Su prueba, Jesús experimenta lo más difícil, pues Dios Se Le revela de manera rechazadora. Aparta Su faz de Su Hijo amado, y Jesús llama en alta voz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?"




Job vio la santa majestad de Dios, y su reacción demuestra una vez más que a través de todas las pruebas, siguió aferrado fielmente a su Señor. HAsta entonces, Job solamente se había mirado a si mismo: "...los ojos que me veían..." (cap. 29: 11). Pero después, en el punto cero de su vida, pudo ver al Señor: "mas ahora mis ojos te ven" (cap. 42: 5). Entonces Job se derrumbó, en lo más recóndito de su ser, ante la presencia de Dios. El mismo describió su punto cero: "Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza" (cap 42: 6). Con esto, el Señor había guiado a Job adónde quería tenerlo: al punto cero -culpable- arrepentido. Job ya no era nada.




Cuando Jesús cerró los ojos y murió, los hombres dijeron: "Ahora ya no es nada". Pero justamente entonces, la victoria del Señor comenzó a manifestarse poderosamente. Fue crucificado en debilidad, pero vive por el poder de Dios (2 Co.13: 4). Si morimos juntamente con El, viviremos con El. Job había representado esto proféticamente al aferrarse al Señor en la prueba, pues después recibió tanto más bendición. La vida irrumpió en él. En su vacío se derramó la plenitud de Dios. "Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. Y vinieron a él todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que ellos le dio una pieza de moneda y anillo de oro. Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero, porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas, y tuvo siete hijos y tres hijas" (cap. 42: 10-13)




¿Por qué te defiendes contra el punto cero? ¿Por qué te resistes al camino hacia el Gólgota? Dile hoy un sí total al Señor; un sí a tu prueba, sí al camino de la muerte de tu yo, pues Él "hace maravilloso su consejo y engrandece su sabiduría" 8Is. 28: 29) El fin será glorioso.-